
Pinto desde que nací y siempre seguí mi vocación artística. Creo en el arte para el bienestar y la armonía. Con mi obra busco que el público se conmueva y arribe a un estado de contemplación. También, me propongo que mi obra sea un dispositivo balsámico para encender asombro, alegría y serenidad.
A veces, coloco personajes escondidos en mis pinturas, para que el público juegue a encontrarlos y descubra las diferentes entradas y capas pictóricas entrelazadas. Estos seres, escondidos y entrelazados entre líneas y colores, suelen desafiar al observador con su mirada, y así ahondar el misterio y la magia.
A la hora de componer y ocupar el espacio, lo hago de un modo poco convencional. Tomo el concepto oriental del vacío y trabajo tejiendo muchas capas y planos. A veces, son tantas las capas y detalles, que una misma obra puede encapsular varias obras dentro de sí.
Cuando pinto me dejo llevar por los colores. Como en una meditación o un ensueño, invito a los colores a que me guíen en una danza por un mundo mágico de alegría colores y vida.